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domingo, 24 de junio de 2012

Andrés y David

El balón, esa esfera de cuero que todos ansían tener y colocar en el fondo de las mallas rivales. Agraciados son aquellos que lo consiguen, algo que muchos llaman 'la suerte del gol'. Aunque, en el fútbol, no todo es marcar. David sabe lo que quiere, y lo que quiere es tener la pelota atada a sus pies, al igual que Andrés, y si uno no la tiene, mejor si la tiene el otro. No suelen regalarnos goles normalmente, solo cuando más lo necesitamos, atan la pelota a sus pies y crean el fútbol de España, ellos ponen el ritmo, la esencia, el toque. Llenan nuestro paladar de cucharadas de un fútbol estéticamente inigualable e inalcanzable para los demás mortales. Un fútbol que ellos conocen y que practican para divertirse.

Si uno está feliz, el otro también. La grandeza no se las da su altura, sino su inteligencia. Futbolistas como ellos hay pocos y en España llevan la voz cantante en un silencio demoledor. Apenas se les oye, están siempre fuera de los focos pero una vez dentro del campo no paramos de repetir sus nombres. No buscan perforar las porterías rivales, buscan la suavidad del balón, su contacto, el placer que recorre tu cuerpo al controlar el balón con la bota y cedérselo al otro, David para Andrés y Andrés para David. Provocan desajustes y falta de entendimiento en las zagas rivales, algo que aprovechan los demás. Saben que si uno no está bien, lo estará el otro. Pero también saben que si los dos están, no hay nada, ni nadie, que evite  que ellos controlen el balón a su antojo, que logren dar los pases, hacer los regates, controlar el tempo del juego como solo ellos saben.

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